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Juan Viale Rigo

Escritor

Columnista

Venezolano

sƔbado, 8 de junio de 2019

La Venezuela de las despedidas

Entre las baldosas de la simbĆ³lica obra de Cruz-Diez, descansan las lĆ”grimas de los miles de venezolanos que se despiden en el grisĆ”ceo aeropuerto de MaiquetĆ­a. Nuestro aeropuerto internacional hace mucho que no ve entrar a personas con esperanzas de construir un futuro en Venezuela, mĆ”s bien, se ha acostumbrado a observar como los ciudadanos de nuestra naciĆ³n huyen con lo poco que se pueden llevar de sus vidas en Venezuela.

Cuando hay amor y deseos no existe manera alguna de estar preparado para una despedida, tener que tomar distancia de la persona que amas, abandonar una vida entera, para comenzar de cero y tener que dejar un paĆ­s que te vio nacer, crecer, a causa de una terrible crisis; se trata de una situaciĆ³n difĆ­cil y cruel para la cual nadie esta preparado.

El tiempo parece detenerse cuando se trata de despedidas, sin embargo se va rĆ”pido, a pocas veces llegamos a decir todo lo que queremos, nunca logramos quedar satisfechos con el Ćŗltimo abrazo y parece que siempre nos vamos a torturar con esa Ćŗltima imagen de la despedida frente a las puertas grises del abordaje.

QuiĆ©nes nos quedamos, contemplamos un Ć”lbum fotogrĆ”fico lleno de recuerdos, donde nuestro entorno nos llena de nostalgia al recordar los escenarios vividos y recorridos junto a esa persona especial. ¡Que difĆ­cil es caminar sobre senderos pavimentados de recuerdos!

Los que se van observan desde la ventana de un aviĆ³n como se alejan del hogar, echan ese Ćŗltimo vistazo, cargado de dolor, de los techos rojos y empobrecidos de Caracas y casi pueden escuchar el sonido de las olas abrazando las costas venezolanas y esa hermosa vegetaciĆ³n que extraƱarĆ”n en otras latitudes.

La situaciĆ³n actual cada dĆ­a empuja a tomar caminos distintos a los que hubiĆ©semos querido o planeado y a dejar todo aquello que no podemos llevarnos en una maleta, pero que es tan preciado para nosotros, pues casi siempre hay que salir ligero de equipaje, llevando con nosotros nuestra alma venezolana cargada de contradicciones, desencuentros y desĆ”nimo, asĆ­ comienza el viaje.

Que difĆ­cil dejar a una madre que te ha dado todo, que difĆ­cil es dejarte Venezuela… a pesar de tomar caminos distintos no es el final de la historia, es el comienzo de un nuevo capĆ­tulo, que aunque nos alejemos, llevemos con nosotros la idea de que el hogar es donde hemos sido felices, a pesar de todo, en ese hogar es donde aprendimos a amar, donde crecimos, donde estuvo la madre que nos arropĆ³ a pesar de estar ella muerta de frĆ­o, la misma que nos dio un lugar donde crecer y soƱar… ese hogar y esa madre se llama Venezuela.

Al cruzar esa puerta gris del aeropuerto de Maiquetia, ten en mente que la vida es un viaje lleno de sorpresas, despedidas y reencuentros, al dedicar una Ćŗltima mirada a los techos rojos de Caracas o al mirar un lucero desde donde te encuentres, ten en mente que nuestro hogar de siempre serĆ” Venezuela. Que aunque hoy nos despide, maƱana nos esperarĆ” con la esperanza de ver nuestros rostros una vez mĆ”s en un paĆ­s donde podamos disfrutar de su belleza, donde no reĆŗne el miedo.

Dedicado a mi querida Valentina Blanco, con mucho cariƱo.

Fuente: La Patilla

Columnista de El Pitazo, pichĆ³n de escritor, y lo mĆ”s importante, venezolano.

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